lunes, febrero 21, 2005

13 de octubre de 1993

Anoche, después de escribir la entrada anterior, sucedió algo que ha tenido graves repercusiones a lo largo del día.

Ayer descubrimos que nos habían puesto micros en los dos bungalows en los que nos alojamos. No tenemos pruebas de quienes son los responsables, aunque tenemos serias sospechas que indican a Pangloss. Además, el tipo que James sospecha que es un vampiro nos estuvo observando la noche anterior desde los árboles que rodean los bungalows. Por esto, anoche decidimos montar guardias, además de un pequeño sistema de alarmas que Julia montó hábilmente, ya que no nos sentíamos completamente seguros. La primera guardia la harían James y Molly (una persona por bungalow), la segunda Audrey y yo, y la tercera, Peter y Julia.

Durante un rato de la guardia de James, yo estuve despierto, escribiendo el diario. No había transcurrido mucho tiempo desde que todos se habían ido a dormir (salvo los dos de guardia y yo) cuando Molly llamó a la puerta. Entró y nos contó que se había entrevistado con el tipo que nos había estado espiando. Yo me enfadé; montamos todo el tinglado de las guardias porque nos están espiando, y un miembro del equipo, sin encomendarse a Dios o diablo, y sin avisar a sus compañeros, dejando además a sus compañeras dormidas y desprotegidas, se va a charlar amigablemente con el tipo del que sospechamos, y que además creemos que es un vampiro, no solo por lo que James nos dijo, sino por determinados rastros (o la falta absoluta de ellos). Pero Molly no parecía dispuesta a aceptar la reprimenda, y aquello empezó a derivar en una fuerte discusión. Y justo en ese momento, para añadir a la diversión, oímos a Peter gritar como si todos los demonios del infierno le persiguieran. Entramos como una tromba en la habitación, pero solo estaba teniendo una pesadilla. Conseguimos despertarle y convencerle de que solo era otra de esas jodidas pesadillas. Las chicas se presentaron también, habían oído los gritos. Cuando las cosas se calmaron un poco, Molly se había ido a su habitación, y yo decidí continuar con la reprimenda a la mañana siguiente. Esto resultó ser un terrible error por mi parte, pero ya me estoy adelantando.

Por la mañana nos despertó el teléfono. Danforth estaba en una tejeduría abandonada en el bosque. Habían encontrado los cadáveres de dos cazadores casi descuartizados. Creía que el caso estaba relacionado con los secuestros, así que nos desplazamos allí rápidamente.

Una vez allí, nos separamos y empezamos a cubrir terreno. Para resumir, pondré la hipótesis que barajamos tras descubrir en la tejeduría una macabra parodia de guardería, y unas tumbas recientes cerca de un colector de alcantarillado próximo:

Rapta pañales tenía a dos de los secuestrados en la tejeduría. Sabemos que se mueve a través del alcantarillado, así que la situación era idónea. Hace una semana mató a los niños; los cazadores debieron pasar por aquí hace unos dos días y el secuestrador los mató, quizá temeroso de que descubrieran algo. La tejeduría, en la “guardería”, tenía otro acceso a los túneles. Decidimos cubrir un trecho por el alcantarillado, para ver si los rastros del secuestrador nos llevaban a otros secuestrados. También pedimos una lista de lugares parecidos a la tejeduría, aislados, con buena comunicación con los colectores, donde Rapta pudiera tener al resto de los niños. Pasamos las siguientes horas siguiendo rastros, pero infructuosamente. Solo pudimos establecer dos hechos sólidos: Rapta pañales se ha movido por la zona de forma habitual y los túneles de más al sur de la tejeduría no los ha usado.

Salimos de los túneles ya tarde, estaba anocheciendo. Tuvimos un debate sobre si seguir buscando inmediatamente en los lugares más próximos a la tejeduría o si debíamos tomarnos un descanso tras una larguísima jornada en la que apenas habíamos comido nada y de la que estábamos agotados. James y Julia querían seguir inmediatamente, parecían tener energía para regalar. Molly parecía extremadamente impaciente por volver al hotel, y los demás parecían mantenerse en una postura neutra. Al final decidí que tomáramos un poco de descanso en el hotel y retomáramos la investigación más tarde, a pesar de ser la noche cuando más desventajas teníamos en un posible encuentro con Rapta pañales.

En el hotel nos esperaba el agente especial Tennyson, que venía a recoger el cráneo del licántropo y a entregarnos el material que habíamos solicitado para posibles encuentros con uno de estos seres. Nos aconsejó extremada cautela y se marchó a su habitación, puesto que su avión salía de madrugada.

Mientras cenábamos hablé con el jefe de policía local, para convencerle de que debía prestarnos algunos hombres para continuar la búsqueda de los niños. Tras una acalorada discusión, solo logré que los hombres que custodiaban el lugar del crimen de los cazadores se sumaran a nuestra búsqueda. Me pareció extremadamente extraña la reticencia del jefe, teniendo en cuenta que se trata de los niños de su pueblo. Pero también es cierto que esta misma mañana un chaval ha cosido a tiros a otro en el instituto. Y eso, sumado al asesinato del lobo en el bar, en un pueblo con un bajísimo índice de violencia, debe tener consecuencias más bien devastadoras en el jefe local. Eso, o hay intereses ocultos bajo cuerda, pero no quiero ponerme paranoico. Todavía no.

Cuando terminé la conversación, la noche me preparaba otra de esas sorpresas que el Señor pone a nuestros pies para hacernos la vida más entretenida. Audrey estaba alteradísima porque Molly se había ido sin que esta pudiera detenerla. ¿Dónde? Al club Gothika, y probablemente a tener una “entrevista” más personal con el tipo de la noche anterior. Genial. ¿Qué cojones se suponía que debía hacer yo? Para empezar, estaba la posibilidad de que ese tipo fuera más de lo que aparentaba, y de ello teníamos indicios, por lo que Molly estaba en un peligro serio. Para seguir, estaba el hecho incuestionable de que Molly había abandonado el equipo en un momento de necesidad, ya que si íbamos a seguir registrando zulos aquella noche, cabía la posibilidad de encontrarnos con el vampiro.

Dejar a Molly a su suerte, a pesar de ser una persona mayorcita y de haberse pasado por el forro el respeto a los demás miembros del equipo, no era una opción. Pero tampoco podía no continuar la búsqueda de los niños esta noche, y más después de haber presionado al jefe para que me prestara hombres. Así que decidí dividir mis fuerzas y confiar en que tuviéramos suerte. Audrey y Peter irían a vigilar a Molly y el resto a continuar la búsqueda. Estaríamos en contacto todo el tiempo.

El primer lugar de los tres que teníamos que investigar era una piscifactoría abandonada, enorme, que nos llevó muchísimo rato asegurar. Ni rastro. Audrey y Peter habían localizado a Molly; Peter estaba apartado, vigilándolas mientras estas hablaban, aunque del hombre que sospechábamos no había rastro.

El siguiente sitio que debíamos revisar una nave industrial que debió de servir en algún momento de almacén y muelle de descarga de camiones. Habíamos acordado encontrarnos allí con los agentes de policía, pero en ese momento Peter nos llamó francamente alarmado. El tipo había bajado de la parte reservada del local y estaba hablando con las dos. ¡No solo no había logrado Audrey sacar a Molly de allí, sino que además el tipo se las llevaba a la parte privada, las dos encantadas! Peter estaba muy nervioso. Le di instrucciones de que no subiera y que nos mantuviera informados, mientras que nosotros salíamos a toda leche hacia allá.

Tuvimos que dejar el último almacén a la policía. Les explicamos que solo debían obtener información, y en ningún caso enfrentarse con el secuestrador si le encontraban. Parecieron muy arrogantes con esto, espero que no tengamos que encontrarnos con sus cuerpos despedazados. Después nos desplazamos a toda velocidad al Gothika. Por el camino barajamos nuestros posibles cursos de acción. Tras un rato de pensar en posibles maneras de abordar la situación, decidimos hacer lo mismo que cuando Molly y yo tuvimos que sacar al resto del equipo; simular un incendio, aprovechándonos de la confusión que eso crearía y del miedo acervo que los vampiros tienen al fuego. James distraería la atención del gorila de la puerta y Julia y yo nos colaríamos por una entrada trasera y dispararíamos las alarmas del club.

En ese momento, Peter llamó al móvil de James y le dijo únicamente “Dile a Michael que lo siento” y colgó. ¡Iba a subir solo! Esto no es un puto equipo, es una colección de vaqueros. No teníamos preocupación suficiente con que las dos chicas estuvieran Dios sabe dónde con un posible vampiro, no. Ahora Peter podía estar metido también en un apuro. Eso si el tipo resultaba ser un vampiro. Y si no, probablemente tendríamos entre manos un posible escándalo. Cojonudo.

Nuestro plan salió a la perfección; yo salí del 4x4 en marcha, cubriéndome en las sombras y llegué hasta la puerta de un almacén en la parte de atrás. Me puse con el candado, que era nuevo y un poco complejo; llevaba ya un par de los pines levantados cuando Julia se reunió conmigo. Le dejé terminar, ella es la experta, y en menos de 10 segundos teníamos el candado abierto y nadie sabría que habíamos entrado por allí. Dentro del almacén había una cámara que inutilicé de un disparo de revolver. Nos pusimos a hacer saltar la alarma, y cuando lo logramos, entramos en el local por una de las barras, que por suerte estaba vacía. La pista era un caos; yo me puse a buscar a James, que se dirigía a la escalera que sube a los reservados. Entonces le vi; James había chocado “accidentalmente” con él, e intercambió unas palabras con el tipo, del que parecía irradiar una tensión contenida a duras penas. Entonces, antes de que yo pudiera llegar a ellos luchando contra la marea humana que trataba de salir del local, una fornida mujer apareció, agarró al hombre y se lo llevó rápidamente. James y yo les seguimos, pero en balde; la cantidad de gente, la falta de luz y el caos generalizado nos impidieron ver cómo habían abandonado el local, en que coche o qué.

Peter y Julia salieron casi arrastrando a Molly y Audrey, que parecían encontrarse en un estado alcohólico avanzado. O sea que iban borrachas. Nos metimos en los coches, y de vuelta al hotel.

Ahora estoy haciendo guardia mientras los otros duermen. No queremos que si efectivamente el tipo es un vampiro, Molly y Audrey se levanten en plan las novias de Drácula y vayan al encuentro de ese hijo de puta. Si no lo es, bueno, prefiero pasarme de precavido que de despreocupado.

Y sinceramente, no sé que hacer. Prefiero resolver los problemas de disciplina dentro del equipo antes que dar parte. Pero esta situación desborda absolutamente todo lo que nadie pudiera enseñarme sobre liderazgo. Y el problema es como reaccionaran ambas por la mañana. Cuando Molly adopta esa pose altanera y orgullosa, saca el peor de mis cabreos, y sé que debo comérmelo con guarnición de patatas si quiero mantenerlas a salvo. Parece creer que le tengo manía, y que me jodan si puedo decir que me gusta todo lo que hace, pero la aprecio y no quiero que le suceda nada. Ni a ella ni a ninguno de los otros, Dios nos proteja, he llegado a quererles como si fueran de la familia. Supongo que es lo que tiene poner tu vida en manos de otros y que ellos la pongan en las tuyas. Saldremos de esta, aunque sea por encima del cadáver humeante de ese cabronazo. Si es que es un vampiro. Dios…

viernes, febrero 18, 2005

12 de octubre de 1993

Siento haber dejado de escribir. Los acontecimientos en Chicago se precipitaron vertiginosamente, y desde entonces no he tenido tiempo de escribir. Todo pareció ocurrir demasiado deprisa, y creo que ha llegado el momento de hacer uso de este “ancla” a la cordura. Gracias papá. Aunque a veces creo que si esto cae en manos de alguien, pensarán que es el diario de un loco.

En Chicago destapamos algo. Nuestras andanzas atrajeron la atención de por lo menos dos seres que nosotros conocíamos, solo de oídas, por el nombre de “vástagos”. Y esas andanzas, gracias a Dios, también atrajeron la atención del FBI. Para no extenderme mucho, y poder contar lo que está sucediendo ahora, resumiré; el SAD, un departamento del FBI encargado de la investigación y control de sucesos paranormales, nos reclutó y nos sacó de Chicago, para protegernos y para adiestrarnos. Los “vástagos” como nosotros les conocíamos son vampiros. Sí, esos seres de historia de terror. Solo que son reales. Yo les he visto. He peleado contra ellos. Y no solo los vampiros existen. Los fantasmas son reales, y solo Dios sabe qué más seres sacados de los cuentos y los mitos son de verdad.

Estuvimos tres meses en Quantico, entrenándonos. Nos enseñaron lo poco que sabe el estado acerca de lo sobrenatural, y como operaríamos, dentro del Bureau, aunque al margen. Como todas nuestras investigaciones, obviamente, serían secretas.

Molly dimitió del liderazgo del equipo, y me tocó a mí por votación unánime salvo un voto en contra; el mío. No creo, y el tiempo parece estar dándome la razón, que mi manera de llevar las cosas sea adecuado para este grupo. Y esto puede acabar con la muerte, o algo peor, de uno de nosotros.

Tras el entrenamiento, nos han enviado a nuestra actual localización, un pueblecito en el estado de Nueva York, St. Claire, a investigar el secuestro de siete niños. La razón por la cual el SAD se ha visto implicado es que no hay absolutamente ningún tipo de pista de cómo el secuestrador entraba en las casas de los niños.

Aquí nos esperaba el agente Robert Danforth, que actúa como nuestro enlace con la autoridad local. No pudo decirnos mucho más sobre las desapariciones, pero se puso a nuestra disposición para ayudarnos en todo lo posible.

Voy a resumir de nuevo la situación, por que es ya muy tarde, y debo reflexionar sobre el curso de acción a tomar sobre los hechos acaecidos recientemente. Voy por puntos:

- St Claire es un pueblo francamente extraño. Vive de una compañía internacional de cosméticos que tiene su factoría madre aquí, Pangloss. Está próximo a un asentamiento colono de hace unos tres siglos, en el que prácticamente todos murieron de forma horrible. Los habitantes de aquí parecen extrañamente atractivos, bien cuidados, aunque parece haber una especie de enfermedad que produce sutiles deformidades en algunos de estos habitantes. Aún no hemos logrado discernir el por qué, aunque tenemos sospechas de que la Pangloss tiene algo que ver. Parece que hubiera una lujuria y una violencia asociada a esta, latentes, presentes a cada paso. Creo que relacionado con eso es relevante comentar que el pueblo tiene un insólito número de garitos de striptease y de locales de material pornográfico. Además, desde que estamos en el pueblo, todos sufrimos unas fuertes pesadillas muy vívidas, casi todas relacionadas con los colonos puritanos, y de cómo murieron.

- Del secuestrador sabemos algunas cosas. Parece que se trata de un vampiro, dado que tuvimos un encuentro con él en las alcantarillas, y otro posterior cerca del escenario de uno de los secuestros, y su forma de actuar y sus… capacidades excedían las de una persona normal. Parecería más del tipo “salvaje” que nos encontramos en casa de James que del tipo que nos hechizó en el bar en Chicago. En ambos encuentros resultó herido de consideración algún miembro del equipo, aunque por suerte, nada de gravedad permanente. También sabemos que muchos niños del pueblo han soñado con él, y le llaman “Rapta pañales” Y debe tener la mente perturbada, por que por dibujos hechos por él que encontramos en las alcantarillas, parece que su mente es la de un niño encerrada en un cuerpo adulto

- El valle donde estuvo el primer asentamiento colono parece que estuviera maldito. Estuvimos investigando un matadero abandonado que presentaba lo que creemos que es un alto índice de actividad de espíritus. Y no muy alejado de allí encontramos las ruinas del poblado original. Allí sufrimos de nuevo el acecho de sombras del pasado, fantasmas. Y también algo mucho más tangible; en una fosa común encontramos, además de multitud de huesos humanos, un cráneo de algo que no lo era. O no del todo. Poniéndonos en contacto con el SAD, parece que hemos encontrado las primeras evidencias sólidas de la existencia de licántropos. Esto, sumado al asesinato de un hombre en un bar, en el que el culpable parece un enorme lobo que no estaba allí momentos antes, en el que no hemos conseguido ni una declaración coherente de los testigos… parece indicar que hay actividades de hombres lobo en el pueblo.

- Nos ha estado rondando un tipo que James insiste en que es un vampiro, y parece que Molly corrobora esto por una serie de pruebas dejadas por el tipo en cuestión. Está empeñado en que investiguemos el asesinato del lobo (que no es competencia nuestra) Tenemos que hacer algo, pero empiezo a pensar que estamos desbordados por las circunstancias.

Siento que los hechos estén un poco mezclados y confusos. A partir de mañana escribiré de nuevo periódicamente, al menos hasta que el caso concluya.

martes, diciembre 28, 2004

11 de abril de 1993, domingo.

El día había comenzado tan bien... joder. A pesar de todo mi enfado, Molly y Audrey tienen algo de razón. Lo que hemos hecho es ilegal completamente, se mire como se mire. Pero teníamos que hacerlo, no había otra forma. ¿O sí? No. Si hubiéramos conseguido una orden judicial hubieran borrado todos los datos antes de que hubiéramos podido acercarnos, sabemos que tenemos topos dentro del Departamento.
Esta mañana he ido a misa con mamá. Me he llevado a Albert conmigo, no quería que volviera a suceder nada parecido a lo que sucedió con Julia. La pobre estaba muy preocupada, que si no llamo, que si estoy cambiando... y además, un par de tipos han estado preguntando por mí en O'Malleys. [suspiro] Creo que está empezando a afectarme un poco, pero eso es cosa mía. Las cosas que he visto... pero si se meten con mi familia, que Dios les ampare, por que nadie más podrá. Sobre todo por que Peter ha estado investigando por la zona y encontró un pin con un símbolo hermético. Creo que va a ser necesario tomar una actitud menos tolerante con esos tipos.
Hasta la media tarde no ha sucedido mucho más; Audrey ha recibido una llamada de un tipo que sabe algo de su madre, y de su relación con la OHCP. El tema era al parecer privado, pero Molly no quería que se acercara hasta allí sola. Mientras, Julia y James planeaban acercarse a la casa Andropov y pinchar el circuito para que James pudiera entrar desde un sitio remoto. El plan parecía suficientemente sencillo, así que cuando dijeron que irían solos, que no debía preocuparme e ir con Audrey me pareció que ambos son suficientemente profesionales y que no necesitarían más apoyo. A la luz de lo sucedido después, creo sinceramente que esa actitud mía fue muy ingenua. No importa como seamos de profesionales o buenos en lo nuestro; contra lo que nos enfrentamos no es natural. A partir de ahora, nadie debería ir solo a ningún sitio, y dado que somos seis, si debemos dividirnos, mejor en grupos de tres que de dos. Ya nos han pillado en bragas demasiadas veces.
El caso es que nos separamos y acompañamos a Audrey a la plaza del ayuntamiento, donde tenía su cita con Hermes, creo que se llamaba el tipo. Ella se acercó sola mientras nosotros cubríamos diversos puntos de la plaza. Pronto la cosa se puso rara. De la nada apareció el hombre con el que había quedado Audrey, y digo de la nada por que no la había perdido de vista ni un segundo, y tenía una visual hasta ella impecable. Estuvieron hablando unos minutos cuando nos fijamos, casi los tres a la vez (Peter y Molly estaban separados también para cubrir más área) de que varios hombres habían salido de un par de coches y se acercaban tanto a nosotros como a Audrey. Me encaminé directamente hacia el que venía por mí. Cuando iba a pasar por su lado, sacó una cachiporra para golpearme, pero le agarré antes y forcejeamos. Caímos al suelo, pero antes de que el tipo pudiera hacer nada más le propiné un buen cabezazo en la nariz, y se desplomó como un fardo.
Me incorporé arma en mano y la situación no podía ser peor; al otro lado de la plaza Peter forcejeaba con otro tipo. Molly, dentro del coche, intercambiaba disparos con otro atacante que llevaba una Uzi o algo similar por la cadencia de disparo. De Audrey no había señal, y Hermes corría delante de un tipo que también llevaba un arma en la mano. El tipo se paró, apuntó a Hermes y cuando iba a dispararle, este hizo un gesto con la mano y el atacante se giró y me disparó a mí. No tuve tiempo a reaccionar; recibí el disparo en pleno pecho, y demos gracias al Señor por el kevlar, por que con el chaleco y todo el impacto me magulló malamente las costillas. A pesar de lo que le había visto hacer, Hermes era quien estaba más desprotegido, así que sin pensar mucho en ponerme a cubierto (muy malo para intercambiar disparos, el no tener cobertura), disparé contra el tipo, que dio un grito; me puse en pie y avancé sobre él, gritándole que soltara el arma. El hombre debió decidir que había tenido bastante, por que se fue al suelo con las manos sobre la cabeza sin protestar mientras le esposaba. Molly había derribado a su atacante, y Peter había hecho lo mismo con su hombre. Audrey, que había tomado cobertura tras el coche se encontraba bien, pero del tal Hermes no había ni rastro. Se había desvanecido. Audrey encontró una especie de naipe extraño en el último sitio en el que había estado, pero nada más. Pasó un rato mientras vino la policía, leyó sus derechos a los tipos y se los llevaron.
De pronto Audrey nos dijo que sentía que James y Julia estaban en peligro. Cogimos el coche en seguida y nos dirigimos a Andropov. Ya hemos aprendido a fiarnos de esas corazonadas de Audrey, y además, después del ataque a Hermes (parece que este era detrás del que iban los tipos) yo tampoco estaba muy tranquilo.
Llegamos sin problema a la calle de los anticuarios. En la casa Andropov, que está en una parcela de jardín bien cuidado rodeada por una valla, todo estaba en calma. Dimos una vuelta y esperamos a tener señales de James o Julia. Al poco salió Julia, que nos comunicó, de manera muy apresurada, que las cosas habían salido como el culo y que como resultado se habían colado dentro de la casa y andaban trasteando en los ordenadores. Audrey y yo decidimos entrar mientras Peter y Molly hacían guardia.
Por el camino Julia me explicó lo que había ocurrido; en el jardín había aparecido otra de esas cosas que nos atacaron en el almacén. Parecía que custodiaba el jardín (Interesante. Si aceptamos que los zombies son cosa de la OHCP y tenemos uno aquí quiere decir que Andropov y la OHCP están muy estrechamente relacionados) y les atacó, dejando inconsciente a James. Julia logró matarlo, pero llamó la atención del guardia de seguridad. Julia logró reducirle sin que le viera, pero entonces las cosas ya habían empezado a rodar cuesta abajo muy deprisa. En resumen, se habían metido dentro de la casa para que el guarda dijera a la policía que su arma se le había disparado y ganar algo de tiempo. Y una vez dentro de la casa tuvieron que coger la cinta de las cámaras de seguridad, y como los de Andropov ya iban a saber que se les había colado alguien, se pusieron a recopilar la mayor cantidad de datos posibles. Y aquí estábamos nosotros. La situación era jodida, pero hay que jugar con las cartas que tienes, y ya se había cometido el delito, así que seguimos adelante.
James, aunque aún jodido tras el ataque del zombie, trabajaba a toda prisa con el ordenador. Le dejamos ahí, acompañado por Audrey que investigaría la planta baja mientras Julia y yo nos fuimos a la planta de arriba. Allí entramos en un despacho cuando Peter nos llamó por el walkie. Había un coche con una mujer dentro vigilándonos. No parecía hacer nada, pero allí estaba. No había mucho que pudiéramos hacer; cogimos la CPU del ordenador del despacho como nos dijo James y revisamos los archivos; allí encontramos el expediente del cuchillo de Torso. Salimos del despacho y seguimos buscando por el pasillo, hasta encontrar el despacho de dirección que estaba cerrado y la puerta, con alarma conectada. Julia se puso con ello mientras yo la cubría. El resto del equipo ya había salido y se ponían nerviosos, pero había que terminar lo que habíamos empezado. Julia logró abrir la puerta sin que saltara la alarma y entramos; desconectamos la alarma y nos pusimos a buscar en el archivo a toda prisa, buscando cualquier cosa que pudiera sernos de utilidad. Había un par de expedientes que nos llamaron la atención; uno de Martin Whinfield y otra trascripción de la orden de venta del cuchillo. Por la radio, muy agitado, nos dijo Peter que se acercaba una patrulla de la policía, que debíamos salir de allí echando leches. De la tipa del coche, no había rastro. Cogimos también la CPU del ordenador de este despacho y salimos a toda prisa. Por suerte conseguimos eludir el coche patrulla, y nos fuimos en dos coches. Cuando ya nos alejábamos, nos llegó por radio que había habido un robo en la casa Andropov. Creo que fue en ese momento nos dimos cuenta de hasta que punto estábamos metidos en un cubo de mierda. Todo el camino hubo reproches del modo en que se habían desarrollado las cosas; las chicas estaban muy afectadas.
Pero aún nos quedaba una sorpresa; al llegar a casa, la mujer que nos había estado vigilando estaba también vigilando la casa. Dejamos a Peter que se bajara y la vigilara para no llamar la atención, pues James, Julia y Molly ya estaban dentro de la casa. Yo di la vuelta a la manzana para cubrir a Peter. Al cabo de un rato que se me hizo eterno, Peter me llamó por radio y me dijo que entrara ya en la casa, la mujer se había marchado. Luego nos contó que se le había acercado por detrás y le había amenazado para que no nos volviéramos a acercar por Gary. Ella había llamado a la policía para jodernos en Andropov. Es bastante posible que sea de la mafia portuaria, preocupados deben estar por que investiguemos sus negocios de contrabando. decidimos preocuparnos de eso en otro momento.
El resto de la noche fue una pura discusión acerca de lo que hemos hecho. Hubo un momento en el que estuve a este poquito de dimitir y dejar el grupo. Esta misma tarde he recibido un tiro en el pecho, y el hecho de que las magulladuras no sean demasiado graves, no mejora ni un poco que las criticas constantes hayan acabado por tocarme el hueso. Ahora, con algo de tiempo por medio, y en frío, creo que esta noche hemos cruzado una línea, y aunque creo que era lo único que podíamos hacer, cometer un crimen es algo que no entra nada bien. La situación se nos está yendo de las manos.
Recuento:
- Un corazón muerto que late y deja mensajes sangrientos dentro de una bolsa.
- Un cuchillo que cuando lo vamos a destruir escribe en la bolsa con sangre las palabras Xipe Topec y "por favor"
- Un tipo que salta desde un décimo piso al suelo y cae como quien salta una acera.
- Varios zombies que reciben balas como quien oye llover y a los que solo se puede matar destrozándoles la cabeza. Y cuando mueren, todo se llena de escarabajos negros.
- Un tipo que aparece de la nada y en la nada se desvanece, y que con un gesto puede hacer que un tipo que le encañonaba cambie de blanco.
Si cualquiera me hubiera contado esto hace no mucho le hubiera dicho que dejara las anfetas o los hongos. Hoy, necesito hablar de esto con alguien, oírmelo decir para ver si parece real. Las cosas son lo suficientemente extremas como para poder razonar nuestras acciones, pero no sé si para justificarlas. Creo que tengo a la persona adecuada para hablarlo, por que además sé que guardará el secreto. Es hora de ir a ver a Patrick O'Hare. Perdón, ahora el padre Patrick.

martes, diciembre 21, 2004

10 de abril de 1993, sábado. Continuación.

Al final acabaré esta entrada hoy. Solo he conseguido dormir unos minutos, los sueños son demasiado agitados. Escribir lo sucedido me relajará... espero.
Molly se había ido. James no aparecía por ningún lado, hasta que de pronto, detrás de unas cajas le vi. Estaba atrapado en el abrazo de otra de esas criaturas, forcejeando pero sin lograr librarse. Apunté con mi arma cuidadosamente, pero la oscuridad y el miedo a dar a James me hicieron dudar demasiado y el disparo solo rozó al ser. Mientras, el abrazo debía empezar a asfixiarle, por que sus forcejeos empezaban a ser más débiles. Volví a disparar, pero solo le rocé de nuevo. Empezaba a estar desesperado, por que las costillas de James empezaron a crujir de modo ominoso. Me acerqué para golpearle con mi arma, y en ese momento, James dejó de debatirse definitivamente. No podía saber si estaba inconsciente o muerto, y el jodido monstruo lo dejó caer y avanzó hacia mí. Retrocedí, buscando con la vista algo con lo que golpearle, y en ese momento apareció Julia, que iba a dispararle. Le grité que apuntara a la cabeza, mientras yo hacía lo mismo y rogaba por que el hijo de puta se fuera al suelo. La cabeza reventó como un melón. Los dos últimos disparos debieron hacer el trabajo.
Molido, corrí a ver a James. Respiraba, aunque estaba muy magullado e inconsciente. Empecé a darle primeros auxilios, pero en ese momento se acercó Molly. Monté guardia a su lado mientras devolvía a James al mundo de los vivos, y la ayudé a incorporarle. Nos acercamos a una salida de camiones que había cerca, donde estaba Albert, el confidente de Molly. Allí había también el cuerpo de un hombre, muerto a juzgar por el charco de sagre que se extendía a su alrededor. A su lado, aturdido, estaba Peter. He visto numerosas veces esa mirada vidriada en los ojos de miembros nuevos del SWAT cuando entran en combate por primera vez y alguien resulta herido grave o peor, muerto. Y lo mejor para combatir eso es darle algo que hacer, para que la mente esté ocupada. Así que así lo hice; con palabras amables pero firmes, le encomendé el cuidado de James, y le animé cuanto pude. Espero que lo supere con rapidez. Es más que posible que más gente resulte herida o muerta antes de que todo acabe.
Oí entonces a Audrey llamándome. Iba a investigar los despachos que habíamos visto, y necesitaba que la cubriera. Antes de entrar le pedí que fuera a por artilería al coche. Volvió rapidamente con un par de escopetas de mi coche. No quería tener que enfrentarme a una de esas cosas de nuevo sin mucha potencia de fuego respaldándome.
Entramos en la pimera habitación sin oposición. Y lo que vimos allí nos dejó anodadados. En la penumbra, entre el polvo depositado de muchos, muchos meses, había una maqueta del centro de Chicago. Estaba increiblemente detallada, hasta un punto casi enfermizo, especialmente en la red ferroviaria. Y lo que es más curioso, había cierto número de una especie de pequeñas moneditas con calaveras grabadas señalando diversos puntos de la ciudad. Y encontramos dos fichas más; una con forma de rosa, en medio de la ciudad, y otra, con una cabeza de lobo... que estaba justo en un edificio que correspondía al almacén en el que nos enontrabamos. De hecho, a la habitación de al lado a la que nos encontrabamos. Audrey y yo nos miramos, y llamamos a Molly, que inmediatamente se puso a fotografiar todo en la habitación. Le dije a Audrey que quería ver la habitación en ese momento y ella estuvo de acuerdo. Allí fuimos, y antes de dejarme examinar la puerta, que era una enorme plancha de hierro remachado, Audrey se quitó esos perennes guantes que lleva y posó la mano con un gesto delicado soble la plancha. Se tiró unos segundos allí pegada y luego salió despedida hacia atrás, muy aturdida. La cogí y ella murmuró algo acerca de que algo muy, muy antiguo había dormido en esa sala, y que un gran peligro aguardaba al que la abriera. Pero yo estaba decidido a entrar, y para eso teníamos a la mejor en su campo; Julia podría detectar si tras la puerta había alguna trampa.
Julia se puso a ello en seguida. Y efectivamente, tras la puerta había un mecanismo que activaría algo detrás si se abría la puerta sin la llave. Afortunadamente nuestra especialista es realmente tan buena como su fama indica, y logró desactivarlo. Y menos mal. Detrás de la puerta había suficiente C-4 para enviarnos a Europa en un viaje solo de ida.
La cámara que había tras la puesrta estaba cubierta de polvo. A la luz de nuestras linternas, entramos cuidadosamente. En medio de la habitación había una gran losa de marmol vacía. Y colgados tras esta, tres objetos muy curiosos; una espada de bronce, muy antigua, creemos que griega. Una máscara romana, de rasgos muy simétricos, y, por último, un escudo de pieles, probablemente nativo americano.
Tras debatir largo rato, decidimos dejar todos los objetos donde estaban. Audrey fue terminante a este respecto. Luego, fuera, estuvimos discutiendo un rato largo con Albert. Este nos informó de que había estado investigando a los de la OHCP, y esos eran los que le habían soltado a esas cosas. Además teníamos a un tipo que iba con los zombies esos, esposado detrás de la puerta. Aunque parece que si seguía el ejemplo de los dos hijos de puta que detuvimos en la casa de Torso, no soltaría prenda.
El caso es que Albert quería largarse de la ciudad, del estado, y quizá del país. Nosotros le necesitabamos para que testificara en caso de encontrar algo contra la puta secta. Conseguimos convencerle de que se quededara, bajo nuestra protección.
El resto de la noche transcurrió lentamente; declaración a las patrullas a las que llamamos, ir de Urgencias con James, escribir un informe para Crow y vuelta a la casa de James. Quizá me esté dejando algo, pero mi cerebro ya no da para más esta noche. Veremos que nos depara mañana.
Espero poder ir a ver a mamá, aunque me da un poco de miedo implicarla lo más mínimo en todo esto.

lunes, diciembre 20, 2004

10 de abril de 1993, sábado. Miedo.

Estos últimos días han sido algo más sosegados que los que describí en las entradas anteriores. Solo un poco, no obstante, por que hemos estado recabando información sobre un montón de cosas que queríamos investigar al respecto del caso; la casa Andropov, La Orden Hermética del Crepúsculo de Plata, los ordenadores de Whinfield y Pridewell (el hijo del senador)...
Hoy esa tranquilidad ha saltado por los aires de nuevo, y nos hemos visto, otra vez, inmersos en "el otro lado".
Todo ha empezado a media tarde, mientras estábamos reunidos discutiendo posibles líneas de investigación, poniendo en común datos y eso. Molly ha recibido un llamada de su contacto periodista. El hombre decía estar en peligro mortal, había gente siguiéndole y pedía ayuda a Molly. Sin pensarlo mucho, nos dirigimos la zona en la que se encontraba, la zona de almacenes cercana a la estación central de trenes.
Al llegar vimos el coche de Albert (el confidente de Molly), abierto, pero ni rastro del periodista. Justo enfrente, una furgoneta blanca cubierta de suciedad con un aspecto muy sospechoso. Las puertas traseras estaban cerradas, pero sin echar la cerradura; las abrimos y de ellas salió un hedor terrible. Dentro no había nada de particular, salvo bastante suciedad y ese olor, animal y punzante. De pronto oímos un disparo. El ruido procedía de un almacén situado justo al lado de la furgoneta. Nos acercamos rápidamente, armas en mano. La puerta estaba abierta, pero dentro del almacén no había luz. Me puse en cabeza, y entré. Estábamos en una especie de recibidor que daba a una pasarela metálica que recorría a bastante altura del nivel del suelo, de sur a norte un enorme almacén en el que pilas de cajas de madera amontonaban polvo. Por unas grandes cristaleras situadas en la parte superior de la nave entraba algo de luz amarillenta de la calle, que lo único que conseguía era agudizar la profundidad de las sombras entre las cajas de abajo. La plataforma metálica en la que nos encontrábamos tenía también un par de puertas más, que parecían dar a despachos, cerrados y a oscuras. La pasarela se perdía hacia la oscuridad del fondo de la nave, así que cuidadosamente avanzamos hacia allá. A la derecha, unos cuantos metros más allá vimos unas escaleras metálicas de espiral que descendían hacia las sombras de más abajo, unos tres metros y pico por debajo de la pasarela. Seguimos avanzando unos pocos metros, y de pronto oímos otro disparo. Y enseguida vimos, abajo entre las cajas, una figura que retrocedía aterrorizada mientras apuntaba temblorosamente con un revolver a otra figura que se le acercaba lentamente, con un movimiento... raro, no sé como describirlo, errático quizá. No perdí un momento, no obstante, y salte de la pasarela amarrándome a la baranda.
Caí bien (gracias a dios por el entrenamiento del SWAT. Echo de menos el trabajo de la unidad, tan sencillito. Tengo que irme a tomar una cerveza con los chicos, que no se olviden de mí), y apuntando hacia las figuras mientras me acercaba, les di el alto. La figura de andar raro se dio la vuelta hacia mí. Por poco no se me cayó la pistola.
El tipo llevaba la boca cosida con una especie de alambre y las cuencas de sus ojos estaban vacías, pero me miraba sin ojos. El hedor que desprendía era horrible, sobrecogedor. Alargó una mano huesuda hacia mí con uñas largas y afiladas, sucias... el tiempo pareció contraerse y ralentizarse. Volví a darle el alto, pero el ser alzó el brazo para atacarme, ignorando el arma que le apuntaba. Disparé y le acerté en medio del pecho, y el tipo no se inmutó. No llevaba chaleco, se podía apreciar a través de la camisa hecha jirones, y ¡había ignorado una bala entre las costillas! Trató de golpearme con las zarpas, pero me aparté a un lado a tiempo y volví a disparar; fue uno de los mejores disparos de mi vida, le seccionó limpiamente la garganta. Hubiera bastado para matar a un jodido rinoceronte, y el ser ni se inmutó y volvió a tratar de golpearme, sin éxito otra vez. Desde el rabillo del ojo vi a Molly acercarse y hacer fuego sobre el tipo cosido, con el mismo éxito que yo. Empezó a entrarnos el pánico; el tipo me atacaba con las manos desnudas y por el momento no había conseguido alcanzarme, pero solo era cuestión de tiempo en la oscuridad que yo tropezara y las cosas se pusieran muy, muy jodidas. Así que decidí tomar medidas extremas; retrocediendo, enfundé la pistola, y me puse a empujar con todas mis fuerzas uno de los enormes montones de cajas después de advertir a Molly de lo que iba a hacer, y pedirle que echara sobre la cosa la lona que cubría las cajas. Molly lo logró, y ralentizó un poco al hijo de puta. Empujé y empujé hasta que parecía que se me iba a romper la espalda, y no parecía que las cajas fueran a caer, y esa cosa se me acercaba cada vez más; se había librado de la lona. Molly volvió a disparar y cuando ya le teníamos encima, las cajas cedieron y cayeron como una avalancha sobre esa cosa, sepultándola bajo su enorme peso. Una gran nube de polvo y astillas de madera se alzó del montón de escombros resultante y todo estuvo quieto por unos segundos. James se acercó en ese momento, preguntándonos si estábamos bien. El ruido había sido ensordecedor.
Mientras recuperaba el aliento, traté de ver dónde estaban los demás, pero en la oscuridad solo oí disparos y los ruidos propios de una buena pelea. Cuando íbamos a ver si les veíamos, en montón de escombros empezó a moverse. ¡Eso seguía vivo!
Desesperado, busqué algo más contundente con lo que reducir esa amenaza. Cogí un enorme listón que se había partido de alguna caja justo cuando la mano huesuda del ser se alzaba de entre la madera y empezaba a apartar escombros. Ya su brazo había salido casi al completo y se empezaba a ver la cabeza salir cuando empecé a golpearle con el leño en la cabeza con todas mis fuerzas. Seguí golpeando, dos, tres, cuatro veces y eso seguía moviéndose, aunque parecía acusar los golpes. Molly trataba de patear el brazo y la cabeza para dificultarle la salida. Ni ella ni yo parecíamos frenarle mucho, aunque desde luego los golpes en la cabeza parecían afectarle algo más que las balas. Con un último esfuerzo, así el tablón con ambas manos, y en vez de golpear como una maza, lo usé como una lanza, partiendo el cráneo por la mitad y dejándolo allí clavado. El ser gimió y se desplomó. Un segundo más y hubiera logrado quitarse de encima los escombros. Exhausto, iba a apartarme cuando el hedor del ser se intensificó y empezó a descomponerse aceleradamente. De las cuencas de los ojos y las orejas empezaron a salir una especie de escarabajos negros grandes como pelotas de tenis, que se movieron hacia nosotros a bastante velocidad.
Sin pensarlo, cogí a Molly que se había quedado paralizada y salí corriendo, gritándole a James que hiciera lo mismo. Nos separamos, y de pronto oímos a Julia llamando a Molly a gritos. Al parecer había un hombre herido. Sin saber de quien se trataba, Molly fue hacia Julia y yo me quedé buscando a James. Creo que seguiré mañana por la mañana, ahora estoy demasiado agotado y se me cierran los ojos.

1 de abril de 1993, Jueves.

Hoy hemos hablado con Julia. Tras lo que sucedió el día que detuvimos a Whinfield no habíamos tenido oportunidad de hacerlo, y por fin hemos podido hoy. Todo es jodidamente raro. Ella no recuerda no haber hecho lo que dice, es sincera. Cree sinceramente lo que dice. Tras mucho hablar con ella, presentarle las pruebas de que lo que ella dice no sucedió de verdad, convencerla de que quizá está olvidando algo, perece que recuerda algo, que no está ya tan segura...
Quizá le hayan dado alguna droga, algo parecido a algún suero de la verdad, que produce unas alucinaciones muy vívidas... es un poco traído por los pelos. Audrey nos explica que lo mejor que se puede hacer es hipnotizarla, y Julia accede.
Todo es muy confuso para Julia. Recuerda a un hombre hablandole, preguntandole cosas de nosotros y del caso, y luego diciendole que olvide que ha hablado con él. También recuerda como escribió la nota que nos dejó, y creemos que la persona que se la llevó de casa puede que sea el mismo que nos hizo aquella visita en el hotel, el tipo de la cartera.

Desde luego, todo es muy raro. Quizá la hipnotizaron, quizá la drogaron, o quizá fue otra cosa. Para mí parece bastante claro que ella no nos ha engañado voluntariamente, parecía genuinamente angustiada durante todo el rato que estuvimos con el tema. La mierda de este caso ha golpeado el ventilador, habrá que ver hasta donde llegan las salpicaduras, pero es un consuelo ver que aún podemos fiarnos unos de otros en el equipo. Si no, estamos perdidos, por que parece que las implicaciones del caso se ramifican hasta el infinito.

lunes, noviembre 29, 2004

29 de marzo de 1993, lunes

Hoy nos hemos reunido todos para discutir sobre que hacer con el cuchillo. Tras mucho pensarlo, y dudar sobre la legalidad de lo que vamos a hacer, hemos decidido destruir el arma, siguiendo las instrucciones de Audrey. Dice que eso es más fácil que un exorcismo, y ella es la experta.
Hemos llevado el cuchillo, bien envuelto en trapos, a una forja. El propietario, conocido de Julia, nos ha dejado el tiempo que necesitáramos en la sala de fundición.
Dejando el fardo en el suelo, he cogido una almádena que había por ahí y he martilleado metódicamente el paquete de trapo. Tras un rato, hemos empujado todo ello ha la forja, donde los pedazos se han deshecho. Cuando esto pasaba, me ha parecido que la luz disminuía un poco… pero luego se ha hecho más intensa. Me he quitado un peso de encima, me he sentido mucho mejor después de hacer esto.
Ahora nos queda planear cuales son nuestros siguientes movimientos. Hay muchas cosas todavía por aclarar:
- La implicación de la casa Andropov en todo esto.
- La relación de una secta llamada “La orden hermética del crepúsculo de plata” tanto con la casa Andropov como con el propio Whinfield; parece que la secta anda detrás de lo sucedido de alguna forma
- Tenemos que interrogar a Martin Whinfield sobre lo ocurrido, aunque esto parece que tendrá que esperar bastante, ya que sus heridas revisten mucha gravedad y no se sabe cuando estará en condiciones de responder preguntas.
- Tenemos que hablar con Julia sobre lo sucedido con ella. Estoy preocupado por ella, todos lo estamos, y tenemos que ver que ha sucedido realmente y si podemos ayudarla.
Esto aún no ha acabado. Ni mucho menos.

jueves, octubre 28, 2004

28 de marzo de 1993, domingo

Hoy me he levantado pronto, en casa de James. Ayer decidimos que dormiríamos en casa de James Julia, Audrey y yo, por que así sería más fácil proteger a los civiles. Cuando me he levantado he dejado a Audrey a cargo del fuerte y he salido a correr y a misa. Cuando he vuelto a la casa me he encontrado con que Julia había desaparecido y Audrey ni se dio cuenta. Revisando la habitación de Julia vimos que había dejado una nota garabateada a toda velocidad diciendo que tenía que hacer unas cosas por su cuenta. Pero la ventana estaba forzada por fuera, y había restos de un disparo hecho con un arma de aire comprimido en el alfeizar de la ventana, así que las pruebas parecían contradecir la nota. Alarmados llamamos a Molly. Ella dijo que nos quedáramos en la casa, que ella venía hacia aquí. Cuando llegó revisó la habitación. Todo indicaba a que Julia había sido secuestrada. Casi llego a las manos con Peter, por sus ingeniosos comentarios al respecto de la protección de los civiles. Pero Molly (Dios le ha bendecido esos ojos suyos, no se le escapa ni un maldito detalle) me llevó a parte para decirme que había no uno, sino dos coches vigilándonos, en esquinas opuestas de la casa. Cansado de estar siempre por detrás de todo, decidí que tomáramos la iniciativa con estos tipos. Iba a averiguar quienes eran, así que trazamos un plan; Peter y yo saldríamos en coche para interceptar uno de los coches mientras que las chicas nos cubrían vigilando el otro coche. La cosa salió mal. Uno de los coches nos siguió pero el otro salió escopetado. Decidimos cambiar el plan sobre la marcha; nos apeamos del coche y lo encañonamos, dándole el alto. Pero los tipos tenían otras nociones al respecto, así que dieron marcha atrás a toda leche. Yo disparé al conductor y la ventanilla reventó, pero con todo y con eso consiguieron escapar. Por lo menos las chicas consiguieron anotar la matricula. Tras las explicaciones pertinentes a la patrulla que vino a investigar, decidimos mudarnos de localización, para no ser tan fáciles de localizar. Peter sugirió un hotel en los bajos fondos donde pasaríamos desapercibidos, así que allí fuimos. En el hotel ocurrieron varias cosas relevantes. La primera es que Audrey recibió una llamada del asesino, diciendo algo así como que solo ella podía verle, aunque no pararle, y que iba a matar a alguien esa noche en Cabrini Green.
La segunda es que recibimos la visita de un extraño tipo muy trajeado que sabía dónde estábamos (¿cómo?), diciéndonos que no teníamos que preocuparnos por la vigilancia, ya que esta era llevada a cabo por los mismos que habían influido para formar el equipo y que la quitarían si nos dificultaba la investigación. Además nos dijo que podrían levantar algo la mano si nuestras investigaciones nos llevaban a hacer algo no demasiado legal. El tío era un jodido arrogante, y no nos dio buena espina a ninguno, pero lo que pasó cuando el se fue nos borró, de momento, todas las ganas de elucubrar sobre ello.
De pronto, la puerta reventó, al igual que las ventanas, y cinco tipos harapientos entraron armados de cadenas, palos y navajas, gritando algo así como "por el santo Torso". Se armó el Pandemonio. Tras esquivar un cadenazo, derribé a uno de un disparo y un golpe con la culata de mi pistola, y reduje a otro que atacaba a Molly. Cuando logré esposarle, el hijo de puta me había hecho un corte en el brazo. Todo había ocurrido muy rápido y el resto había logrado librarse de sus atacantes sin lamentar más que unas cuantas magulladuras. Llegaron bastantes coches patrulla y alguna ambulancia, que se encargaron de los harapientos. También llegó Julia, que sabía donde estábamos por que había hablado con Peter. Cuando le contamos lo que había sucedido, se sorprendió mucho. Le preguntamos por qué había desaparecido, y nos dijo que se había ido a trabajar en un encargo muy urgente de su empresa, y que se había despedido de James al salir. Nosotros nos miramos, dado que sabíamos que ambas cosas no eran ciertas. Pero teníamos muchas cosas que hacer antes de hablar con ella.
Para empezar, ver si estábamos pinchados, ya que todo el jodido mundo parece saber donde estamos a cada momento. Para eso, vamos a la empresa de Julia, en la que un técnico encuentra todo tipo de emisores en nuestros coches. Decidimos tenerlos localizados, para poder "jugar" con nuestros perseguidores si nos conviene. Tras un rato de acalorado debate en la cafetería, decidimos que nos pasaríamos esa noche por Cabrini Green, para intentar detener al hijo de puta en cuestión. Peter y Julia decidieron, antes de eso, ir a ver a un par de compañeros de trabajo de Martín Whinfield para averiguar cosas sobre su comportamiento y sobre su relación con (), compañera de trabajo y con la que se rumoreaba que había tenido una aventura. El resto nos fuimos a comisaría a hacer algo de papeleo y prepararnos para la noche. Molly y Audrey se encierran a trabajar sobre distintos enfoques del perfil de Torso, a ver si consiguen averiguar algo. James se pone con los ordenadores. Pasa algo de tiempo cuando recibimos una llamada urgentísima de Julia; han encontrado asesinado al portero del edificio en el que vivía la mujer que iban a interrogar. Sin perder un segundo, cogemos el coche y pisamos bien el acelerador. Unos seis minutos más tarde estamos en la escena. El portal está cerrado, pero lo abrimos llamando al portero automático. Encontramos al portero, con el cuello rajado y la cara marcada por dos cortes simétricos. Armas en mano nos metemos en el ascensor, de camino al décimo. Solo tardamos treinta segundos, pero se me hacen eternos. ¿Por qué no nos habrán esperado? Me tortura pensar que el asesino esté allí arriba con Julia y Peter y lo que pueda hacerles. Pero yo hubiera hecho lo mismo. Por fin llegamos arriba, en el que hay mucho ruido procedente de un piso con la puerta abierta. Tomo la delantera, cubriendo la zona cuidadosa pero velozmente. Entramos en un recibidor que da a un pasillo. En el suelo está Donovan, algo aturdido, que nos señala la puerta. Tiene el chaleco de kevlar destrozado, rajado, pero no parece herido. Oímos un disparo. Sin pararnos, abrimos la puerta, y allí está Julia, gritando algo de que el asesino ha saltado. Me asomo a la ventana; hay unas escaleras de incendios, pero ni rastro de Whinfield. Julia nos dice que lleva una rehén. Mierda. Me lanzo escaleras abajo a toda velocidad, con el resto detrás a escasa distancia. Llegamos abajo sin novedad; es un parque que rodea el edificio Julia me señala un punto entre los árboles donde se supone que ha caído Whinfield. Allí hay huellas como si efectivamente un gran peso hubiera caído desde mucha distancia. Nos agrupamos, atentos a todo, por que el asesino no puede andar lejos. De pronto, Whinfield salta desde unos arbustos a nuestro lado. Todo es muy confuso; Audrey y Molly tratan de dispararle, pero el tipo es muy rápido. James se aparta de una cuchillada y yo veo una apertura y disparo. Sé que le he dado, pero no puede ser muy grave por que el hijo de puta se mueve como una pantera. Y de pronto, antes de que ninguno podamos hacer nada, el tipo salta. O algo así, por que nunca he visto a nadie elevarse como si tuviera una cama elástica debajo. Alcanza la rama de un árbol, se encarama y empieza a desaparecer en la espesura. Rápidamente Peter dispara entre las hojas... y un bulto cae al suelo. Me acerco cuidadosamente, encañonando la figura caída. Tiene el cuchillo a un lado, que aparto de una patada. Voy a esposarlo, pero me doy cuenta de que está muy malherido. La bala de Peter le ha entrado por la espalda, probablemente alojándose en un pulmón. Sin pararnos a pensar lo que el hijo de puta ha hecho, Molly y yo nos ponemos a tratar de estabilizarle, mientras James va a llamar a una ambulancia. El resto creo que se fueron a registrar los alrededores. No sé; los siguientes minutos se hacen eternos, el hombre parece que se nos va. Ha entrado en shock, pierde mucha sangre... Los minutos pasan, y Molly y yo cada vez estamos más desesperados. Pero por fin conseguimos restañar la herida y detener la hemorragia, y parece que el peligro más inmediato ha pasado. Llegan las ambulancias, y nos sentamos exhaustos. Han encontrado la rehén, inconsciente pero no herida. Audrey se ha hecho con el cuchillo, está pálida. En el hospital me siento a darle vueltas a algo que se nos escapa. Caigo en ello, es el niño. ¿Dónde ha escondido al niño? No va a poder hablar en algún tiempo, así que tenemos que exprimirnos bien la cabeza. Por fin Audrey cae en ello; la casa del primer Torso. Me acompañan a investigar Audrey y Julia. La zona está prácticamente desierta. Cuando llegamos, vemos que la casa de Michael Bendiss, el primer Torso, está condenada. Pero al lado del edificio de enfrente vemos un coche que ya conocemos; el fisgón de la casa de Whinfield, la noche de los primeros asesinatos. Nos acercamos a examinarlo, con mucho cuidado. No encontramos nada relevante, pero rajamos las ruedas en previsión de que los cómplices de Whinfield puedan escaparse (sabíamos que Whinfield había tenido compañía la noche que masacró a su familia)
Nos acercamos a la puerta. El porche no tenía nada de polvo, y la puerta estaba asegurada por una cadena y un enorme candado, ambos completamente nuevos y en buen estado de uso. Julia se puso inmediatamente con ello, y Audrey yo montamos guardia. Al poco, notamos que del edificio de enfrente salía un tipo furtivamente, tratando de que no le viéramos. Se dirigía a mi coche, y parecía que no hubiera notado que le habíamos visto. Le indiqué por señas a Audrey que me cubriera y me acerqué yo también al coche, sigilosamente, usando este como cobertura. Llegué a mi lado del vehículo y esperé un par de segundos hasta que noté al tipo acercarse a mí. Entonces me puse en pie, le apunté con mi escopeta y le di el alto. Y el tipo, sin cortarse un pelo, me lanzó una cuchillada con un machete que llevaba. Conseguí apartarme a duras penas, y sin pensarlo, le descargue un tiro en las piernas. Quería a ese hijo de puta vivo (sospechaba que si nos atacaba, debía ser uno de los secuaces de Torso). Justo en ese momento oí un grito de Audrey, y me giré justo a tiempo para ver como otro tío me apuntaba con un arma, pero no para echarme al suelo. Suerte que el coche y mi chaleco estaban ahí y el tío no pudo más que magullarme las costillas. Antes de que pudiera hacer nada acerca del tipo, Audrey me redujo la cantidad de problemas en uno colocándole una buena porción de postas en pleno pecho al cabrón, que se fue al suelo sin decir esta boca es mía. Mientras, mi otro atacante hacía amagos de levantarse, así que sin mayor contemplación, le di un buen culatazo que lo dejó inconsciente. Les esposamos al coche y Audrey, que ya había pedido refuerzos, se quedó vigilándoles.
Julia había reventado sin problemas el cerrojo, y me esperaba en la puerta. Entramos juntos en la casa, que estaba llena de polvo salvo por un camino marcado por un montón de huellas de pisadas. Estas conducían a unas escaleras que bajaban a un sótano. Antes de bajar, revisamos con cuidado las escaleras, notando que habían sido serradas; si no bajabas por un lateral, se partirían, llevándote a Dios sabe donde. La bajada fue como descender un círculo del infierno. La oscuridad era casi absoluta, solo rota por la luz de nuestras linternas. Las paredes estaban cubiertas de manchas mohosas. Flotaba en el aire un hedor viejo, a humedad, a cerrado, y a cosas mucho peores, pudriéndose en los rincones.
En el sótano había muchas estanterías, cubiertas de bultos oscuros. Al fondo vimos una puerta, y de ella salían gemidos de una voz infantil. Sin dejar de esperar un ataque, nos dimos prisa en llegar al cuarto. Allí nos esperaba una escena que casi nos hizo vomitar. Colocados en medio de la sala había dos sillones de orejas. En uno de ellos estaba el niño, al que le habían roto las rodillas con un pesado mazo que había tirado por ahí cerca. Estaba inmovilizado, atado con alambre espino, y su posición le obligaba a mirar al sillón que había colocado justo en frente. En él, un cadáver yacía abierto en canal, pudriéndose.
Liberamos al niño del alambre y tratamos de calmarle mientras llegaban los refuerzos, que se presentaron unos pocos minutos más tarde.
Todo eso ha ocurrido hace unas horas. Sé que esta noche no voy a poder dormir bien. Hemos cogido a ese cabrón, pero hay mucho cabo suelto aún. Además Audrey decía algo de que el cuchillo es un ancla del fantasma de Bendiss, o algo así, y que hay que destruirlo o todo volverá a empezar.
Que dios nos proteja a todos.