27 de marzo de 1993, sábado
Hoy hemos conocido a Crow, el encargado del equipo. Es un tipo reservado y algo extraño, pero bueno, en general así suelen ser los de homicidios.
Nos ha reconfirmado lo que ayer nos adelantara Point. Debemos capturar al asesino, levantar el menor revuelo... mi misión es proteger a Julia y a James (mierda de vida) así que después de la reunión me los he llevado para que les asignaran un chaleco y un arma reglamentaria. Para evitar que McGovern se volara un pie a la mínima oportunidad, me lo he llevado a la galería de tiro, y hemos estado allí hasta la hora de comer.
Teníamos una cita con el resto del equipo en un restaurante cerca de comisaría. Allí Julia nos ha presentado a un nuevo miembro del equipo, Peter Donovan, un investigador privado que Julia parecía muy interesada en que trabajaracon nosotros. Parece que Crow ha dado el visto bueno, si bien algo a regañadientes. En el restarante hemos puesto en común varios datos sobre lo que averiguamos ayer:
- El cuchillo que se usó en los crímenes coincide con la descripción del que Whinfield compró a la casa de anticuarios (el cómo puede ser eso, dado el aparente estado de mala conservación del cuchilo, es un misterio).
- La niña, además de asesinada, fue violada, repetidas veces, antes y después de su muerte.
- Los crimenes coinciden con el modus operandi de un asesino en serie del siglo pasado, un tal Torso, llamado así por que eso era todo lo que el asesino dejaba de las víctimas. Torso murió en la Noche del Diablo, pero a mediados de los años treinta apareció un imitador, al que persiguió el mismísimo Elliot Ness, sin atraparle. Y ahora tenemos otro asesino imitandole.
También averiguamos otra cosa. El coche que la noche anterior nos estaba observando, volvía a rondarnos. Molly lo vio en frente al restaurante. Yo me acerqué camuflado entre la gente, pero antes de poder darle el alto salió disparado. No pudo verme, de ningún modo.
Recibimos una llamada cuando nos ibamos. El hijo de Whinfield había desaparecido del hospital donde estaba en observación. Nos encaminamos allí Audrey, Molly, Julia y yo, James se quedó en Central trabajando sobre el ordenador del sospechoso.
En la habitación del hospital nos encontramos otra escena dantesca; había un doctor asesinado, en el mismo estado que las mujeres de ayer, corazón arrancado y todo, aunque el trabajo parecía mucho más apresurado. Del niño, ni rastro.
Dejé trabajar a Molly en la escena y me fui a buscar al policía que debía estar de guardia. Me lo encontré en un tremendo estado de confusión saliendo del baño. Le interrogué sobre por qué había abandonado su puesto y no supo responderme. De hecho, el pobre hombre no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Cuando vio el escenario se derrumbó. Le dejé en manos de otros agentes que ya se habían personado en la zona.
Audrey averiguó por una enfermera que habían visto a un intruso que coincidía con la descripción de Whinfield. Para asegurarnos, pedí que nos enviaran un retrato, y la enfermera confirmó que se trataba del mismo hombre, aunque el hombre que ella había visto tenía cicatrices recientes en la cara.
Pedímos a seguridad la cinta de la cámara de vigilancia, y nos dijeron que la enviarían a Central.
Decidimos tener una reunión en la comisaría. Y allí sucedió algo... pero me estoy adelantando.
Empezamos a poner en común datos en un despacho grande de la comisaría. Llevabamos un rato allí cuando la temperatura descendió bruscamente, aunque el termostato no marcaba ningún cambio. Y lo que era más enervante era la sensación, la misma que tuvimos ayer en la casa cuando las luces se apagaron. Audrey nos ordenó que salieramos del despacho rápidamente. Sin saber muy bien por qué, obedecimos.
En el despacho de Molly reanudamos la reunión. Audrey intentó convencernos de que a lo que nos enfrentamos es alguna clase de fenómeno sobrenatural. Evidentemente la idea se encontró con la oposición frontal de casi todo el equipo. ¿Fantasmas? A pesar de todo escuchamos lo que tenía que decir, ya que los sucesos de la noche anterior nos habían hecho replantearnos una negativa cerrada a cualquier posibilidad por traída por los pelos que pareciera.
Entonces llegó un paquete a nombre de Audrey, por paquetería urgente. Estabamos dudando sobre que hacer cuando el paquete se movió. Julia lo examinó, para ver si tenía algún tipo de mecanismo trampa, pero resultó que no. El paquete parecía húmedo por debajo, una mancha húmeda y oscura.
Audrey decidió abrirlo. Dentro había un corazón humano, medio comido, y una especie de abalorio hecho de huesos y oro, parecía antiguo. Todos nos quedamos un momento paralizados, pensando en que eso nos lo había hecho llegar el asesino. Molly examinó el organo y dictaminó que llevaba un par de horas frío, así que podía pertenecer al médico asesinado. Todos nos quedamos un poco abatidos mientras Molly guardaba ambas cosas en bolsas de pruebas, para examinarlas más trade, y las metía en su maletín.
Ese hijo de puta sabe mucho de nosotros. Por lo menos, de Audrey. Mucho más de lo que a mí me gusta, en cualquier caso. Pero lo peor llegaba ahora.
Un par de minutos pasan mientras hablamos, algo alterados, sobre el envío. Y entonces el maletín de Molly comienza a moverse violentamente. Los cierres se abren, y sale del maletín un frío atroz, que envuelve la sala. Y en medio del maletín abierto, está el corazón, dentro de su bolsa, latiendo. Latiendo, por Dios santo, un corazón muerto y arrancado. Y de pronto, del corazón surge sangre, que tiñe la bolsa y forma la palabra TORSO.
En el despacho cundió el pánico. Alguien, no sé muy bien ahora quien, sale de la sala, gritando despavorido. Nadie sabe que hacer, y yo decido que ya está bien, esa jodida mierda es antinatural. Así que cogí la bolsa, con su corazón pulsante, la metí en una papelera y lo machaqué a conciencia con un pesado pisapapeles que había ahí.
Lo siguiente que pasó es bastante confuso, muchos gritos, un CSI entrando y pidiendo mi cabeza por destruir pruebas, y Crow, presentandose y mirandonos con cara de poker cuando le contamos lo sucedido, discusión posterior con Molly...
Antes de volver a casa, nos llegó la cinta de seguridad del hospital. En ella, un hombre de gabardina se acerca al policía de guardia, hace algo y el policía se va tranquilamente. El hombre es Martin Whinfield, aunque su cara está deformada por heridas recientes (luego averiguamos que Torso tenía la cara llena de cicatrices rituales, es posible que sean estigmas imitandole). Luego se ve entrar al doctor asesinado, y después, durante un rato nada, hasta que la enfermera que descubrió el cuerpo entra en la habitación y sale chillando. Parece que tenemos un culpable, pero hay algo que no me encaja.
Ver eso salir del maletín, envuelto en bruma, es una de las cosas más aterradoras que he visto jamás. Y parece que esto no ha acabado aún, y que se pondrá mucho peor antes de mejorar.
Nos ha reconfirmado lo que ayer nos adelantara Point. Debemos capturar al asesino, levantar el menor revuelo... mi misión es proteger a Julia y a James (mierda de vida) así que después de la reunión me los he llevado para que les asignaran un chaleco y un arma reglamentaria. Para evitar que McGovern se volara un pie a la mínima oportunidad, me lo he llevado a la galería de tiro, y hemos estado allí hasta la hora de comer.
Teníamos una cita con el resto del equipo en un restaurante cerca de comisaría. Allí Julia nos ha presentado a un nuevo miembro del equipo, Peter Donovan, un investigador privado que Julia parecía muy interesada en que trabajaracon nosotros. Parece que Crow ha dado el visto bueno, si bien algo a regañadientes. En el restarante hemos puesto en común varios datos sobre lo que averiguamos ayer:
- El cuchillo que se usó en los crímenes coincide con la descripción del que Whinfield compró a la casa de anticuarios (el cómo puede ser eso, dado el aparente estado de mala conservación del cuchilo, es un misterio).
- La niña, además de asesinada, fue violada, repetidas veces, antes y después de su muerte.
- Los crimenes coinciden con el modus operandi de un asesino en serie del siglo pasado, un tal Torso, llamado así por que eso era todo lo que el asesino dejaba de las víctimas. Torso murió en la Noche del Diablo, pero a mediados de los años treinta apareció un imitador, al que persiguió el mismísimo Elliot Ness, sin atraparle. Y ahora tenemos otro asesino imitandole.
También averiguamos otra cosa. El coche que la noche anterior nos estaba observando, volvía a rondarnos. Molly lo vio en frente al restaurante. Yo me acerqué camuflado entre la gente, pero antes de poder darle el alto salió disparado. No pudo verme, de ningún modo.
Recibimos una llamada cuando nos ibamos. El hijo de Whinfield había desaparecido del hospital donde estaba en observación. Nos encaminamos allí Audrey, Molly, Julia y yo, James se quedó en Central trabajando sobre el ordenador del sospechoso.
En la habitación del hospital nos encontramos otra escena dantesca; había un doctor asesinado, en el mismo estado que las mujeres de ayer, corazón arrancado y todo, aunque el trabajo parecía mucho más apresurado. Del niño, ni rastro.
Dejé trabajar a Molly en la escena y me fui a buscar al policía que debía estar de guardia. Me lo encontré en un tremendo estado de confusión saliendo del baño. Le interrogué sobre por qué había abandonado su puesto y no supo responderme. De hecho, el pobre hombre no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Cuando vio el escenario se derrumbó. Le dejé en manos de otros agentes que ya se habían personado en la zona.
Audrey averiguó por una enfermera que habían visto a un intruso que coincidía con la descripción de Whinfield. Para asegurarnos, pedí que nos enviaran un retrato, y la enfermera confirmó que se trataba del mismo hombre, aunque el hombre que ella había visto tenía cicatrices recientes en la cara.
Pedímos a seguridad la cinta de la cámara de vigilancia, y nos dijeron que la enviarían a Central.
Decidimos tener una reunión en la comisaría. Y allí sucedió algo... pero me estoy adelantando.
Empezamos a poner en común datos en un despacho grande de la comisaría. Llevabamos un rato allí cuando la temperatura descendió bruscamente, aunque el termostato no marcaba ningún cambio. Y lo que era más enervante era la sensación, la misma que tuvimos ayer en la casa cuando las luces se apagaron. Audrey nos ordenó que salieramos del despacho rápidamente. Sin saber muy bien por qué, obedecimos.
En el despacho de Molly reanudamos la reunión. Audrey intentó convencernos de que a lo que nos enfrentamos es alguna clase de fenómeno sobrenatural. Evidentemente la idea se encontró con la oposición frontal de casi todo el equipo. ¿Fantasmas? A pesar de todo escuchamos lo que tenía que decir, ya que los sucesos de la noche anterior nos habían hecho replantearnos una negativa cerrada a cualquier posibilidad por traída por los pelos que pareciera.
Entonces llegó un paquete a nombre de Audrey, por paquetería urgente. Estabamos dudando sobre que hacer cuando el paquete se movió. Julia lo examinó, para ver si tenía algún tipo de mecanismo trampa, pero resultó que no. El paquete parecía húmedo por debajo, una mancha húmeda y oscura.
Audrey decidió abrirlo. Dentro había un corazón humano, medio comido, y una especie de abalorio hecho de huesos y oro, parecía antiguo. Todos nos quedamos un momento paralizados, pensando en que eso nos lo había hecho llegar el asesino. Molly examinó el organo y dictaminó que llevaba un par de horas frío, así que podía pertenecer al médico asesinado. Todos nos quedamos un poco abatidos mientras Molly guardaba ambas cosas en bolsas de pruebas, para examinarlas más trade, y las metía en su maletín.
Ese hijo de puta sabe mucho de nosotros. Por lo menos, de Audrey. Mucho más de lo que a mí me gusta, en cualquier caso. Pero lo peor llegaba ahora.
Un par de minutos pasan mientras hablamos, algo alterados, sobre el envío. Y entonces el maletín de Molly comienza a moverse violentamente. Los cierres se abren, y sale del maletín un frío atroz, que envuelve la sala. Y en medio del maletín abierto, está el corazón, dentro de su bolsa, latiendo. Latiendo, por Dios santo, un corazón muerto y arrancado. Y de pronto, del corazón surge sangre, que tiñe la bolsa y forma la palabra TORSO.
En el despacho cundió el pánico. Alguien, no sé muy bien ahora quien, sale de la sala, gritando despavorido. Nadie sabe que hacer, y yo decido que ya está bien, esa jodida mierda es antinatural. Así que cogí la bolsa, con su corazón pulsante, la metí en una papelera y lo machaqué a conciencia con un pesado pisapapeles que había ahí.
Lo siguiente que pasó es bastante confuso, muchos gritos, un CSI entrando y pidiendo mi cabeza por destruir pruebas, y Crow, presentandose y mirandonos con cara de poker cuando le contamos lo sucedido, discusión posterior con Molly...
Antes de volver a casa, nos llegó la cinta de seguridad del hospital. En ella, un hombre de gabardina se acerca al policía de guardia, hace algo y el policía se va tranquilamente. El hombre es Martin Whinfield, aunque su cara está deformada por heridas recientes (luego averiguamos que Torso tenía la cara llena de cicatrices rituales, es posible que sean estigmas imitandole). Luego se ve entrar al doctor asesinado, y después, durante un rato nada, hasta que la enfermera que descubrió el cuerpo entra en la habitación y sale chillando. Parece que tenemos un culpable, pero hay algo que no me encaja.
Ver eso salir del maletín, envuelto en bruma, es una de las cosas más aterradoras que he visto jamás. Y parece que esto no ha acabado aún, y que se pondrá mucho peor antes de mejorar.
1 Comments:
Me gusta. Muy en su estilo. Así que sigue así, y me ahorrarás a mí el tomar notas :)
Anyway, Torso pasa a la acción directa en la próxima partida.
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